¿No os habéis preguntado nunca porque alguien que no hace nada y es un gandul, tienes lo mismo o más que vosotros, que tal vez sí se seais trabajadores (si lo sois)? Seguramente esto se deba a la suerte de tener unos padres que supieron aprobechar sus oportunidades o tuvieron un golpe de suerte con lo que sea. Tú en parte también obtienes lo que consiguieron tus padres en su día, si te puedes beneficiar.
Para la universidad realicé un trabajo voluntario, pensando en cómo sería una sociedad en el cual cada uno obtuviera sólo lo que puede aportar, como se llevaría a cabo y las consecuencias que tendría.
Es simplemente una historia de unas 3 páginas, mi profesor le flipó bastante a las conclusiones que llegué. Pero ya te digo que si sólo te importa tu Iphone o tu único objetivo es vivir del cuento como puedas, ni te molestes en leearla.
No tiene nada que ver con Rap, pero el Rap es crítica social también ¿no?. Pues he aquí mi aportación (puede que en algunos aspectos sea algo infantil):
I
Érase una vez , dos
niños nacidos el mismo día, a la misma hora, en al misma ciudad. En una
sociedad de diferencias, en la cual predominaba lo típico. Los ricos cada vez
más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Los dos niños se
criaron cada uno con su madre, recibiendo todo el cariño que una madre puede
dar, los dos por igual.
La madre de uno de los niños nacidos, mecía
a su hijo con sus dedos con anillos. Heredados de su madre, y ésta de su madre.
La otra madre
mecía a su hijo con sus dedos con durezas, de realizar labores. Las durezas no
las heredó de nadie, pero las labores
sí.
El hijo más
afortunado tanto a lo que en términos económicos respecta, fue a un buen,
colegio vestía buenas vestimentas, no le faltaba de anda, pero nada es lo que
hay de nuevo en esto.
El hijo menos
afortunado tanto a lo que en términos económicos respecta, no fue a la escuela
y pronto comenzó a realizar labores, con beneficio poco, pero pocos son los
caminos que se podían escoger para realizar un cambio.
Llegó un momento
que incluso empezó a dar por inútil la cultura, pensaba: ¿en qué puede ayudarme
eso para ordeñar a una vaca? Así que tampoco removió nada para intentar hacerse
con un libro.
Pasaron los años
sin que él entendiese aquellos
caracteres plasmados sobre un papel. Ni que significaba aquel círculo negro
chiquitín, tras el cual, siempre solía a parecer un carácter más grande que el
resto.
Un día de invierno,
estos dos niños convertidos ya en jóvenes adolescentes se cruzaron en un
estrecho pasillo. Uno vestía uniformado con botones azules, el otro en vez de
botones sobre su camisa, se podían observar lamparones.
El de los botones
se dirigió al que para pesar de si mismo, no tenía la suerte de que sus lamparones
hubiesen sido ocasionados por comer en cantidad, y de manera brusca. Pronunció:
-Por Dios, por tus
andrajos se podría decir que por tus venas no corre sangre sino mugre.
Al dicho como
andrajoso, la única opción que se le planteó en su cabeza vacía y sin capacidad
para elaborar una respuesta irónica, con las cuales se demuestra la
inteligencia, fue agachar lo que no le permitió medirse con el personaje de la
ofensa. Su cabeza.
Fue la respuesta
más inteligente que pudo elaborar. E intentó cruzar el pasillo sin rozar al
uniformado.
II
Érase una vez, dos
niños nacidos el mismo día, a la misma hoara, en la misma ciudad.
Los dos niños se
criaron cada uno con su madre, recibiendo todo el cariño que una madre puede
dar, los dos por igual
En una sociedad con
ciertas diferencias sociales, pero las cuales se podían romper. El bienestar
social era un andamio de obra inestable. Podrías haber nacido allí, más sino
luchabas por mantenerte en aquel metro y medio de hierro, podías caer al vacío.
Y cualquiera, y digo cualquiera, dependiendo de su posición inicial y
dependiendo del sudor gastado, podía alcanzar aquel cacho metal.
La madre de uno de
los niños nacidos, mecía a su hijo con sus dedos con anillos. Anillos
conseguidos dado a que estudió una carrera de derecho, pero también se debió su
éxito en parte, a ser hija de quien era, la hija de un juez muy respetado que
tiró de sus hijos para que su hija estuviese enfrente de su despacho.
La otra madre mecía
a su hijo con sus dedos con durezas, de realizar labores. Limpiaba escaleras,
no era mala persona pero más de uno la habría calificado de mediocre. No supo
aprovechar las oportunidades que se le brindaban para poder cambiar su destino.
El hijo más afortunado
tanto a lo que en términos económicos respecta, fue a un buen colegio. Vestía
buenas ropas y no le faltaba de nada. Jamás vio discutir a sus padres por una
situación económica. El dinero crecía en los árboles y al parecer su padre
tenía todos aquellos árboles monetizados en su jardín.
El hijo menos
afortunado tanto a lo que en términos económicos respecta, fue a una escuela,
no la mejor, pero una escuela. Aprendió que aquel círculo negro chiquitín, tras
el cual siempre aparecía un carácter más grande, se llamaba punto. Y tras
aprender también lo que eran las comas y ciertas cosas más, observó que el si
podría cambiar su destino si aprovechaba las oportunidades que se le brindaban
(típica historia de superación). Mientras el otro chico brindaba en ceremonias
con copas de champán.
Un día de
invierno, estos dos chicos convertidos ya en jóvenes adolescentes, se cruzaron
en un estrecho pasillo.
Uno vestía
uniformado con botones azules, el otro vestía sin uniforme, era tal y como el
lo llamaba, ropa. Trozo de tela que sirve para taparse, esa era su función.
El uniformado se
dirigió al in-uniformado y pronunció:
-
Ni me roces con esa mierda de ropa.
A lo que por consiguiente, el otro chico, sorprendido, levantó una ceja
con motivo del desacato. Meses atrás, él ya había llegado a ciertas
conclusiones, y se atrevió a contestar:
-¿Muestras esa arrogancia con afán de demostrarme tu superioridad? ¿ Y
de qué superioridad estamos hablando, de qué tus padres tuviesen más suerte que
los míos años atrás?
Puedo llegar a entender que un adulto
pretenda presumir ante otro adulto de lo bien que le ha ido la vida. Hipócrita
pero lo puedo llegar a entender. Pero tú ¿tú de qué méritos quieres presumir en
lo que llevas de vida? Nada, no tienes méritos que atribuirte por ahora. Así
que déjame cruzar el pasillo, por favor.
III
Érase una vez un
hombre que observó dos veces en diferentes décadas, en el mismo pasillo
estrecho, en diferentes días de
invierno, como un joven uniformado ejercía todo el poderío que le fue heredado
por ser hijo de, sobre alguien con menos poderío por ser hijo de . La segunda vez, el desprotegido pudo
defenderse mejor que la primera, pero seguía siendo injusto. Y decidió
finalmente aportar él, la solución que en ámbitos de oportunidades, creía
perfecta.
Ideó un sistema de
organización social con el fin de que aquella situación se volviese a repetir.
Cada uno se valdría por sí mismo, recibiendo lo que el pudiese aportar.
Érase una vez, dos
niños nacidos el mismo día, a la misma hora, en la misma ciudad. En una
sociedad sin diferencias sociales heredadas, pero en la cual a la atmósfera le
faltaba algo, algo que anteriormente si hacía presencia.
La ciudad era
gobernada por un hombre, el cual dictó unas leyes:
“Todos los hijos de
todos los padres serán retirados del lado de sus padres para educarlos en los
mismo colegios, con los mismo libros y
con los mismo uniformes. Independientemente de la posición social de sus
padres”
“A cada niño le
será explotado a fondo su talento y según sea de talentoso, así ocupará una
posición en al escala social, de esta mi ciudad.”
La ley se llevó a
cabo, todos los niños fueron apartados de sus padres para que éstos no marcasen
parte del futuro de sus hijos, y de su posición social en dicho futuro. Los niños desconocían la identidad
desconocían. Eran internos en los centros de formación.
Los niños
lloraban, gritaban y aunque no conocían la palabra que deseaban chillar, todos
los pequeños movían la boca con intención de decir aquella palabra capicua, en
ámbito de sílabas, que muchos de los
niños de los de antes pronunciaban como primera palabra. Mamá.
El objetivo era
que los chicos se desarrollasen de la menara más completa posible. Todo su
futuro dependerá de cómo sepan desenvolverse en el futuro y de las ideas que
ellos mismo desarrollen. Esas ideas marcarán si en su época adulta duermen en
cama, en jacuzzi o bajo un puente.
Sin cenas de
Navidades, al cortar las raíces de los árboles monetizados de papá, se cortaban
las raíces familiares. Sin amor de madre, sin amor de padre el único amor que
podrán desarrollar será hacia su pareja en la época adulta, pero un niño que no
ha podido amar a su madre difícilmente podrá amar a nadie.
Dos de aquellos
niños que habían sido internos hace poco, que habían salido al mundo exterior hace poco, se cruzaron un día de invierno, en un
estrecho pasillo.
Ambos vestían un
uniforme azul. Se tocaron. No se medió palabra, no intercambiaron ninguna
frase, nada, no se dijo nada.
Pero el hombre
que dictó las leyes, que por tercera vez estaba allí observando, vio un reflejo en los ojos de ambos. Una mirada
profunda y muta, que emprendía una búsqueda indecisa, a través de los ojos del
desconocido, con la esperanza de hallar algo de afecto.